Los Precios de Garantía:del abandono neoliberal al rescate de la Soberanía con la 4T

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Por: Mtro. Alfredo Álvarez Ramírez

Para la presente columna, me gustaría reflexionar con ustedes sobre un tema de gran actualidad: las justas demandas de productores rurales para fortalecer y aumentar el precio de garantía de granos básicos, en particular, nuestro sagrado maíz.

Para entender el presente, es crucial revisar el pasado. Los precios de garantía en México nacieron como un instrumento de justicia y protección social. Se iniciaron en 1953 con el frijol y, para 1956, ya se había establecido para el maíz. Hasta 1971, este sistema se expandió progresivamente para incluir arroz, trigo, sorgo y otros cultivos estratégicos.

Esta política respondía a la lógica de una economía mixta, donde el Estado mexicano asumía su responsabilidad en el sector agrícola. ¿Por qué esta intervención era y es necesaria? La naturaleza misma de la agricultura lo exige: la oferta es irregular —dependiente del clima y las plagas—, mientras que la demanda de alimentos es rígida. 

Sin un actor que estabilice el mercado, las consecuencias son perversas:

• En años de cosecha abundante, los precios se desploman, impidiendo a los productores cubrir siquiera sus costos.

• En tiempos de escasez, los precios se disparan, afectando el poder adquisitivo y la alimentación de las familias más humildes.

La intervención del Estado, actuando como comprador y vendedor de última instancia, evita estas distorsiones y frenala especulación rapaz de los intermediarios o coyotes.

Este modelo de protección fue sistemáticamente desmantelado entre 1989 y 1994, como parte de la ortodoxia neoliberal que priorizaba el libre mercado sobre el bienestar social. Al igual que en otros sectores claves de la economía mexicana. Se abandonó la rectoría del Estado en el campo, dejando a los productores a la deriva de la volatilidad de los precios internacionales. 

Aunque en el sexenio de Fox se mantuvieron algunos esquemas, fue con Calderón cuando se profundizó este despojo, eliminando prácticamente toda responsabilidad del Estado y consolidando un abandono histórico del campo mexicano. Para los neoliberales, el campesino era visto meramente en términos clientelares y electoreros. 

Hoy, en el gobierno de la Cuarta Transformación, hemos presenciado un cambio de paradigma. Bajo el liderazgo del Presidente Andrés Manuel López Obrador y hoy de nuestra Presidenta Claudia Sheimbaum Pardo se ha rescatado y priorizado esta política fundamental, restableciendo el precio de garantía para granos básicos como el maíz, el frijol, el trigo y el arroz. Buscando garantizar la autosuficiencia alimentaria. 

Si bien todo programa en implementación puede presentar áreas de oportunidad y ajustes, el hecho trascendental es que desde el año 2018 con la 4T, el Estado ha vuelto a asumir su papel, garantizando condiciones mínimas de desarrollo para el imprescindible sector rural. 

Actualmente el precio de garantía vigente para el maíz en noviembre 2025 es de $6950.00, más $160.00 por arrastre, lo que da un total de $7,110.00 por tonelada, un precio competitivo con el mercado internacional. Es importante resaltar que el maíz es considerado una commodity, es decir una mercancía, como tal su precio se define en la Bolsa Mercantil de Chicago en Estados Unidos. Al escribir el presente artículo para #RuralidadesColimenses encuentro que fluctúa entre los 410 y 430 dólares por tonelada. Lo que al convertirlo en pesos nos da un precio internacional de maíz en moneda nacional de $7,380.00 por tonelada, es decir que garantiza condiciones competitivas. 

Más concreto, una hectárea de maíz cultivada de maíz mediante temporal, produce en promedio 3 toneladas de maíz, mientras que la de riego tiene rendimientos aproximados de 8 toneladas por hectárea. Lo que permite a productores y productoras tener ingresos brutos por hectárea de $21,330 en temporal y de $56,880 de riego. 

Como vemos, contrario al abandono neoliberal, la política pública de la 4T garantiza precios competitivos a los productores nacionales, les ofrece certeza y, sobre todo, reconstruye el piso mínimo para la soberanía alimentaria de México. Es un acto de justicia histórica que reconoce al campo no como un negocio, sino como un sector estratégico para la seguridad y la autosuficiencia de nuestra nación.

Invito a nuestros productores a tener memoria de elefante, recordar de dónde venimos, para no perder el rumbo por la dignidad y la soberanía nacional que encabeza nuestra presidenta Claudia Sheimbaum, el Pueblo campesino es mucha pieza y están con la revolución de las conciencias. 

Abierto al dialogo de saberes, los leo en X: alfred_alva

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